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Éxtasis

Durante muchos años de mi vida tuve un sueño. Soñaba que dormía plácidamente y de golpe me despertaba, me levantaba de la cama, tomaba mi almohada e iba hacia la cama de mis padres, en la que ambos se encontraban leyendo, yo me acercaba a mi padre y le ponía la almohada sobre la cara mientras mi madre tan sólo miraba, pero conforme a lo que yo apretaba quien se ahogaba era yo mismo llegando al punto donde me despertaba de golpe, asustado y respirando fuertemente.


Habíamos quedado por chat en encontrarnos en una esquina, nada especial, una situación muy reiterada en mi vida. Un hombre que le gusta tener sexo con otro hombre pero pide discreción, muchos putos no asumidos (yo sí lo soy) tienen miedo que, con quién realizaron la cita se le “note” ser gay, entonces ellos llegan en un auto seguramente con cierto lujo o al menos muy nuevo, dan una pasada, haciéndose los distraídos te relojean un poco y si les interesás en la segunda vuelta, paran y tan sólo bajan la ventanilla para charlar brevemente. Inicié éste trato a mis 30 años, la primera vez que realicé una cita por chat y en aquél momento yo tampoco confiaba demasiado en éste sistema.
“Macho-act” no era la excepción y realizó exactamente los mismos pasos que yo esperaba, pero me sorprendió en algo; lo invité a ir a casa que distaba tan solo unos 20 mts. de la esquina y me dijo que no, que subiera, que lo calentaba mucho llevarme a un hotel alojamiento, como para mí era exactamente lo mismo accedí y subí al auto donde iniciamos un diálogo que me hizo poner a la defensiva:
-¿Así que usas lencería de putita?
-No -aclaré- Uso ropa femenina siempre que puedo, esta vez como salía a la calle no lo hice, pero tengo puesto un conjunto negro de encaje.
-Mmmm, ¿Corpiño también? ¿Acaso tenés tetitas?
-Sí, algo tengo, a muchos hombres les gusta.
-¿A muchos? Es decir que sos toda una puta.
-No –dije para que entienda que no me gusta que me trate como una mujer- Soy un puto, un hombre al que le gusta la pija y que me cojan, lo de la lencería es ya parte de mi vida diaria al igual que en casa uso ropa femenina todo el tiempo, además que sé que a muchos hombres les calienta.
-Bueno no te pongas así. Al fin y al cabo solo queremos pasarlo bien los dos.
Y tenía razón por lo que decidí relajarme un poco y bajar la guardia. Jorge era un hombre que parecía alto ahí sentado frente al volante, con barba muy prolija, cuidado en su aspecto, con ojos marrones claros y un hablar seguro y educado, rondaba los 57 años según me dijo y eso me excitaba principalmente, yo tendría unos 43. No pasó mucho tiempo cuando llegamos a la puerta del hotel, me pidió que me agache y lo hice sobre su falda aprovechando a buscar su bulto que ya estaba duro y caliente; pagó y fuimos a la habitación que nos habían indicado, él pidió una con hidromasajeador.
Ni bien pasamos la puerta pretendí ver que tan erótico podía resultar ese lugar, (ya había estado ahí y vi que algo había cambiado) pero ni me dejó y sentí sus labios comiéndose los míos, metiéndome su carnosa lengua dentro de mi boca mientras casi con desesperación me desnudaba para manosear mi lencería suave y perfumada. Mis manos ya se hallaban entre sus piernas tocando un pene que iba ganando rigidez y no tardé mucho en ponerme de rodillas para abrir su bragueta, sacarlo a la luz y admirar una buena cabeza que enseguida mis labios saborearon.
-Tragatelo puto de mierda. Osó decir
Sin soltar su pija, lo miré a los ojos y le dije bien firme:
-Podés decirme cualquier cosa, pero no insultes, hay ciertas cosas que me molestan mucho.
-Perdón, no lo haré más
-Te conviene. Sentencié y tragué hasta el fondo una pija sabrosa que sentía cada vez más dura.
Estuve ahí, en esa posición, unos minutos mientras lo sentía a Jorge gemir de placer y hacer exclamaciones de todo tipo alabando mi mamada, de pronto lo solté me levanté y caminando suavemente me dirigí al hidro para llenarlo. Él se fue hasta la cama donde se sentó y desnudaba con rapidez; yo, aún con lencería, me acerqué y me senté encima, de frente, con mis piernas abiertas, momento que me bajó un bretel y empezó a besar unos de mis pechos, fue cuando me sacó el corpiño y se desesperó por mis tetitas turgentes, lampiñas y con los pezones duros y excitados. Yo le rogaba que me los mordiera (es algo que me excita mucho), lo hizo suave al principio, pero en la medida que veía mi calentura, él se calentaba aún más y ya sin freno me tiró en la cama boca abajo me arrancó la tanga y abriendo mis nalgas me escupió el ano y sentí como su poronga abría mi cola a medida que entraba en mis entrañas, yo gemía de placer, suavemente llegó hasta el fondo y cuando sentí su pubis contra mis glúteos inicié mis movimientos que sé muy bien que los hombres buscan.
-No podes moverte así guacho, sos una perra
-Me cogés muy bien. Le llegué a decir mientras mis caderas se movían sin parar y sentía como Jorge me bombeaba cada vez con más fuerza.
-Qué hijo de puta. Dijo.
Y entonces me incorporé de golpe, sacando su pija de adentro mío (algo muy placentero) y lo miré de frente
-Ehhh, ¿qué te pasa? Preguntó sobresaltado
-Te dije que nada de insultos. Me paré junto a la cama y me acerqué con pasos suaves, lo besé mientras tomaba su pene erecto y lo pajeaba al ritmo que nuestras lenguas jugaban. Cuando advertí que el hidro estaba lleno lo dirigí hasta él y lo invité a meterse, lo que hizo enseguida.
-Ahora te voy a hacer gozar como nunca lo hiciste. Comenté con él ya sumergido, elevé la pija para chupársela y mientras lo hacía me hundía en el agua unos largos 60 segundos donde sus gemidos me hacían notar su gozo pleno, cuando emergí su expresión me dejó ver que era su primera vez en esta clase de juegos.
-Jamás me imaginé que se podía hacer algo así, sos una tremenda puta.
-Puto, te dije que no soy una mina, soy un puto que te va a hacer gozar como si fuera la última vez en tu vida. Eso siempre y cuando te portes bien -Le dije mientras salía del hidro para ir hasta la cama a buscar uno de los jabones.
-Buenooo, vos sabés que en estos momentos uno dice cualquier cosa. Tampoco te estoy diciendo nada nuevo
-Decís cosas que no me gustan y hasta me ofenden, soy un hombre que le gusta serlo y además disfrutar de mi sexualidad; no que me trates como a una mujer, por otro lado creo que las ofendo -Le decía esto mientras me sumergía a su lado y enjabonaba su miembro para que volviera a ponerse rígido y él iniciaba un juego con su lengua sobre mis pezones que me excitaría aún más.
Jugamos así por lo menos 10 a 15 minutos, momento en que su pija roja con una cabeza casi bordó llego a su máxima expresión y Jorge me rogó ir a la cama para cogerme.
-Ahora viene lo mejor -le susurré al oído mientras me montaba sobre él y ponía el pequeño jabón en la puerta de mi culo para que, con su poronga lo enviara hacia adentro, sus ojos de asombro y placer me daban gracia, pero sentir esa suave penetración que yo manejaba me generaba una sensación de poder sobre él que fue in crescendo, entonces le tomé las manos, mientras le ponía mis tetas en la boca y se las llevé contra la bañera quedando prácticamente inmovilizado, fue cuando yo empecé a moverme de tal forma que ni se imaginaba que lo podía hacer y Jorge quería soltarse para usar también sus manos en mi cuerpo, algo que no dejé que suceda y aprovechaba para besarlo todo, acercarme a sus labios, hacer que me desee cada vez más, hasta que dijo:
-Sos un guacho hijo de puta, me vas a hacer acabar. Entonces me moví algo más y acercándome al oído le dije con seguridad:
-Te dije que no quiero insultos, ahora te vas a dar cuenta con quien te metiste. Y de golpe me levanté y salí del hidro dejándolo ahí con un grado de excitación que ni él comprendía.
-Uhhhh, no me dejes así, vení de nuevo –Dijo mientras yo me dirigía a la cama y me recostaba boca abajo dejando ante su vista mi cola apenas levantada para hacerlo desearme.
Me hice el sordo y tan sólo prendí el televisor donde se proyectaba una película porno. Entonces medio molesto se levantó, salió y tomando un toallón se secaba mostrando su poronga, blandiéndola como si fuera un sable que deseaba usar; yo seguía sin hacerle caso por lo que se acercó para secarme suavemente; con el toallón en una mano y la otra acariciando mi piel fue aflojando la tensión para luego entrelazarnos en un intenso y prolongado franeleo que nos llevó a una nueva sesión de sexo donde yo estaba en 4 sobre la cama y Jorge embestía sobre mis nalgas al tiempo que me daba chirlos y me dejaba el culo rojo de excitación.
Pero yo ya había tomado el mando e iba llevándolo hacia donde quería, hacia mi escena final, momento que pagaría el maltrato hacia mí y supongo que a tantos otros gays que él consideraba sus juguetes o hasta esclavos.
Cambiamos de posición, le pedí que se acostara boca arriba y abriera bien las piernas, entonces me dediqué a ir despacio hacia sus testículos, recorriendo sus piernas mientras una de mis manos acariciaba unos hermosos huevos que pronto se hallaron en mi boca al tiempo que lo masturbaba muy suavemente, hasta que me tragué ése hermoso falo erguido y su dueño no cesaba de gemir, gritar e insultar, algo que lo dejaba hacer ya que mi venganza estaba en marcha. Fue así que una vez que lo tuve en su máximo grado de excitación, le cerré las piernas y lo monté, de golpe, sin darle tiempo de reacción, volví a tomar sus manos y esta vez las llevé sobre su cabeza poniéndole mis tetas nuevamente en su boca pero sin dejarlo que me las chupe quería llevarlo al punto del deseo máximo y eso lo estaba logrando ya que además saqué y volví a meter su poronga en mi culo con tanta facilidad que él mismo no lo podía creer.
Fue así que en un momento lo solté y se incorporó sobre mí abrazándome y pidiendo que frene porque no quería acabar todavía. Miré la hora en un reloj que había a los pies de la cama, vi que todavía nos quedaba una hora. Suavicé mis movimientos, lo dejé que juegue conmigo unos segundo más, le pedí que se recostara y entonces sin sacar de mi interior esa hermosa pija que gozaba de tragarme me di vuelta completamente, y de espalda a él me movía muy suavemente.
-Ahhhh, pero esto no me lo esperaba, sos mejor que cualquier mina que me haya cogido nunca. Dijo
-No me lo creo. Respondí en el mismo momento que divisé una de las almohadas de la cama y para rescatarla me agaché recorriendo sus piernas con mis labios y sin sacar ese miembro aún erecto quedé completamente inclinado dejando ante sus ojos mi suave cola que aprovechó para acariciar y alabar.
Cuando me incorporé ya traía hacia mí la almohada, busqué sentir dentro mío esa sensación de placer que me genera una buena cogida, me di vuelta nuevamente, dejé la almohada en un costado y tomando sus manos para llevarlas hasta detrás de su cabeza e iniciar los movimientos de caderas que hacen acabar hasta al más macho de todos los hombres. Miré el reloj, ya era la hora.
-Siii haceme acabar putita, que ya no aguanto más, me vas a matar. Dijo
-Si vos lo pedís. Respondí con cierto sarcasmo
Y mis movimientos se aceleraron de forma que sus manos apretaban las mías anunciando la explosión, dejé sus manos libres e incorporado completamente me moví aún más subiendo y bajando hasta que aferrado a las sábanas me hacía ver que el orgasmo estaba cerca, tomé la almohada, Jorge tenía los ojos cerrados y su llegada al clímax fue acompañado de un grito que enseguida tapé al cubrir su rostro completamente, primero se rió un poco y llegué a entender que no gritaría más, pero entonces apreté con más fuerza y al cabo de unos segundos iniciamos la pelea por sacarse la almohada de la cara, presioné más, él ya no tenía mucha fuerza, la excelente acabada que había tenido y aún sentía en mi interior me lo demostraba; igualmente luchó unos minutos, pero yo lo tenía atrapado con mis piernas y estaba muy bien posicionado encima de su pubis de forma que no le dejaba levantar sus caderas, sus piernas algo se movían pero era evidente su falta de energía y no tardó tanto en quedarse completamente quieto.
Me quedé un rato más sobre Jorge tapándole la cara y sintiendo como su pija perdía rigidez y buena parte del semen que había derramado en mí, chorreaba por mi ano y entre su pubis y mis nalgas.
Me levanté, lo dejé tapado aún, todavía me quedaban como cuarenta y cinco minutos, por lo que me fui a bañar y al cambiarme me di cuenta que me convenía dejar la ropa interior debajo de la cama para que pensaran que estaba con una mujer. Me dolió dejar un conjunto tan delicado, pero tenía otros y sino, ya compraría uno igual. Una vez listo antes de salir le di una chupadita a ése miembro flácido pero que chorreaba algo de leche. Justo en ese momento llamaron por el teléfono, atendí y me avisaban que quedaban 25 minutos para que termine el turno, solo dije –Bien y colgando me dirigí hacia la puerta que me llevaría tranquilamente hacia la salida del hotel que era completamente abierta y sin cuidado alguno, no tardé más de media hora en llegar a casa donde inicié la preparación de una buena merienda, el buen sexo me abre el apetito.